Este año, que acabamos de comenzar, va a ser un año eminentemente electoral. A las elecciones municipales y algunas autonómicas del Mes de Mayo y a las Generales que vencen en el mes de Noviembre, se ha unido la convocatoria “anticipadísima” de Más, para las elecciones (¿plebiscitarias?) en Cataluña, a finales de Septiembre y la probable convocatoria por parte de Susana Díaz, en Andalucía, para el mes de Marzo. Es decir durante el presente año saldremos a una convocatoria electoral por trimestre.

Esta situación ha desatado la euforia en las filas del Gobierno y del partido que lo sostiene y les hace sacar pecho por lo bien que va la economía española, que de seguir por este camino, dicen ellos, nos llevará de nuevo a la “Champions” que decía el otro.

Los datos más favorables, esgrimidos por gobierno y peperos, lo constituye la caída del paro, aunque este siga siendo peor que en la pasada legislatura, y que los españoles, principalmente nuestros jóvenes, se hayan acogido a la “movilidad exterior” que dice la Bañez y les haya dado por buscar en el extranjero el empleo que no encuentran en España. Para los que se quedan, ya se sabe, salarios más bajos y contratos más precarios. La afiliación a la Seguridad Social, que también aumenta y nos lo venden como un dato positivo, está en magnitudes similares a las existentes hace una década.

También mejora el déficit público, que acumula cinco años en retroceso (desde 2009), aunque continúa alto y lejos de los compromisos de convergencia, a pesar de los sangrantes recortes al estado de bienestar.

La prima de riesgo se ha replegado desde los niveles críticos de julio de 2012 a los niveles que había en mayo de 2010 (115 puntos) cuando Zapatero, a causa de ese mismo diferencial comenzó el camino del Austericidio.

Hemos salido de la recesión y el PIB parece que acabará el año con un incremento del 1,6%, pero este mismo PIB ha caído a los niveles existentes en 2006, antes de iniciarse la crisis.

Es decir, todos los datos macroeconómicos que esgrimen para justificar su estado eufórico son peores que cuando llegaron al gobierno en diciembre de 2011.

El resto de indicadores sigue empeorando. La deuda pública continúa al alza (aumenta en 65.276 millones al año). La economía española suma seis trimestres consecutivos de contribución negativa del sector exterior, lo que agrava un endeudamiento externo que es el segundo mayor del mundo. Es decir, salimos de la recesión pero hemos vuelto al déficit y al endeudamiento exterior y eso que la balanza de pagos se está viendo aliviada por el abaratamiento del crudo, los bajos tipos de interés vigentes en la eurozona, el aumento de nuestros visitantes extranjeros, o un tipo de cambio del euro cada vez más favorable.

Pero quizás, el dato definitivo es el que nos ofrece la ONG Intermón Oxfan, que denuncia el aumento de la brecha entre ricos y pobres y exige medidas a los líderes que se reúnen en Davos esta semana.

Dice la ONG que España es uno de los países en los que más se está ampliando la desigualdad en el reparto de la riqueza. Según el informe de la ONG, en España, «el 1% de la población concentra más riqueza que el 70% más pobre», España es «el segundo país más desigual de Europa, tan solo por detrás de Letonia», y que «las políticas actuales refuerzan esta concentración de riqueza en manos de unos pocos», con el sistema fiscal «menos efectivo» para reducir el problema.

En resumen, la crisis económica ha empobrecido a las clases medias y ha hundido en la miseria a los que ya eran pobres, pero los ricos se han vuelto más ricos.

Esta última consideración es a mi criterio la que hace sacar pecho al Gobierno pepero. Sus amigos, los ricos, son más ricos que cuando comenzaron a gobernar. Los 500.000 ricos españoles para los que gobierna el Partido Popular sí que han visto florecer los brotes verdes de los que el Gobierno presume.

Y digo yo, como es posible que un Partido Político que gobierna para que 500.000 españoles sean más ricos, obtiene la confianza de 10.000.000 de españoles para que les hagan más pobres.

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